Pablo se ha hecho un propósito que comunica a los romanos: «no me atreveré a hablar de otra cosa que no sea lo que Cristo hace a través de mí en orden a la obediencia de los gentiles, con mis palabras y acciones, con la fuerza de signos y prodigios, con la fuerza del Espíritu de Dios». Este propósito nos lo deberíamos hacer cada uno de nosotros.
Señor, que mis palabras y mis obras hablen de Ti.