¿Cómo me relaciono con Dios? He aquí una pregunta que deberíamos responder a menudo, para que no se nos pueda hacer el reproche que hoy hace la profecía de Malaquías. Fijémonos: «Yo soy el Gran Rey, y mi nombre es respetado en las naciones –dice el Señor de los ejércitos–. Y ahora os toca a vosotros, sacerdotes. Si no obedecéis y no os proponéis dar gloria a mi nombre –dice el Señor de los ejércitos–, os enviaré mi maldición». Posiblemente, según nuestra formación, nos dirijamos a Dios como amigo, como Padre, como íntimo, como creador, etc. Pero, ¿qué significa si lo hacemos como Dios, con reverencia, con honor, como lo más sagrado que somos capaces de comprender?
Señor, quiero adorarte; inspírame qué debo hacer.