Jeremías es juzgado para ser condenado a muerte debido a su predicación. El profeta se defiende diciendo: «El Señor me ha enviado a profetizar…» Y añade: «Yo, por mi parte, estoy en vuestras manos: haced de mi lo que mejor os parezca… » ¿Tú tendrías el coraje de responder como Jeremías?
Señor, que todos los que son capaces de responder como el profeta tengan siempre la íntima convicción de que tú estás con ellos.