Jeremías reclama una coherencia de vida: no basta ir al Templo a cumplir, sino que es necesario que el comportamiento personal esté de acuerdo con la fe que se profesa: es decir: «… si juzgáis rectamente entre un hombre y su prójimo, si no explotáis al forastero, al huérfano y a la viuda,… si no seguís a dioses extranjeros…» ¿Crees que los que vamos habitualmente a la Iglesia somos coherentes entre lo que decimos y lo que hacemos? Para ti, ¿qué significa ser justo con los demás?
Señor, que trate con dignidad y respeto a los humildes, que sea solidario con los pobres, acogedor con los desplazados, compasivo con los enfermos.