La descripción que hace la lectura de hoy es la de un pueblo devastado por la guerra. Parece muy actual, porque parece la fotografía que podemos encontrar en tantos y tantos conflictos armados que sólo traen desolación. Esta lectura señala la responsabilidad de este derrumbe moral y físico de los visionarios de turno; en este caso nos habla de que: «Tus profetas te ofrecían visiones falsas y vanas». La responsabilidad de estos dirigentes nos la describe cuando dice: «no denunciaron tu culpa para que cambiara tu suerte, sino que te anunciaron oráculos falsos y seductores». Evidentemente la lectura hace referencia a la caída de Jerusalén. Pero más allá de una lectura política podríamos también realizar una lectura espiritual; así podemos darnos cuenta de que, si no se hace a fondo y sinceramente, en la vivencia de la fe, nuestra vida personal y colectiva puede ser una derrota. ¿Piensas que en el seno de nuestra sociedad hay mensajes que inducen al error? ¿Cuáles serían los criterios para descubrirlos?
Con el salmista digamos: Acuérdate del pueblo que te hiciste tuyo, y que, por amor, redimiste.