Hay palabras que pueden ser muy perturbadoras para un creyente. Fijémonos que les dice a la comunidad de Sardes: «Conozco tus obras; tienes nombre como de quien vive, pero estás muerto. Sé vigilante y reanima lo que te queda y que estaba a punto de morir, pues no he encontrado tus obras perfectas delante de mi Dios». Si miras tu comunidad y te miras a ti mismo, ¿a qué se debe que te abandones y vivas como un muerto?
Señor, que mi vida se desvele con autenticidad.