Hoy, 18 de enero, celebramos la festividad; de santa Prisca, mártir; y de las beatas: Regina Protmann, religiosa, y Beatriz del Este, virgen.
La basílica de santa Prisca, en la montaña del Aventino en Roma, corresponde seguramente a la casa de esta santa romana, que en el siglo III o IV, puso a disposición de la comunidad, para celebrar la Eucaristía. Hoy, recordamos a la cristiana Prisca, siguiendo la tradición de la comunidad que sucesivamente, conmemoró cada año su nacimiento en el cielo.
Regina Protmann, nacida en 1552 en la ciudad de Braunsberg, Prusia, de familia acomodada, se crió en un espíritu católico, a pesar del luteranismo imperante. A la edad de diecinueve años, abrió su corazón para escuchar la palabra de Dios, a la que se entregó generosamente. Con la ayuda de dos jesuitas, en 1571 instituyó la Congregación de las Hermanas de Santa Catalina, dedicadas a los pobres e indigentes, que recibió la aprobación papal unos años más tarde. Regina Protmann la dirigió treinta años, durante los cuales la orden se extendió por varios países de todo el mundo. Murió el 18 de enero de 1613 en Braunsberg, hoy Alemania, dejando un gran legado. En 1999 en Varsovia fue proclamada beata por la Iglesia.
Beatriz del Este, hija de familia noble, nació hacia 1230 en Ferrara, Italia. Fue educada con el ejemplo de su tía Beatriz, que había muerto en olor a santidad. Tras la muerte en batalla de su futuro esposo, se retiró a un monasterio en la isla de San Lazzaro, donde junto a algunas damas de la corte, recibió el hábito de la orden benedictina. Más tarde en 1257, se trasladó al monasterio de San Estefano della Rota, para ingresar en la orden benedictina. Vivió una vida ejemplar hasta la muerte el 18 de enero de 1262. Unos siglos más tarde, el papa Clemente XIV la declaró beata.