Hoy vemos una acción típica de los profetas. Elías, inspirado por Dios, anuncia a Ajab su futuro por la maldad que ha cometido contra Nabot. Ajab, ante la palabra del profeta, cambia de actitud: «rasgó sus vestiduras, se echó un sayal sobre el cuerpo y ayunó. Con el sayal puesto se acostaba y andaba pesadamente». La palabra del profeta lo había convertido. ¿Qué debo hacer si he eliminado de mi corazón a alguien que me es prójimo?
Señor, que resuene en mí la voz del que proféticamente me hace ver mi pecado, y tenga el coraje de convertirme.