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18 de abril 2025 Viernes Santo, san Perfecto de Córdoba y festividad de los beatos Román Archutowski y Andrés Hibernon

Hoy, Viernes Santo, es el día en que Jesús fue exaltado en la Cruz para atraerlo todo hacia Él. Perdonando a sus verdugos, consumó, con su muerte, la entrega absoluta de su vida en rescate por todos los hombres.

También celebramos la festividad de: san Perfecto de Córdoba, presbítero y mártir; del beato Román Archutowski, presbítero y mártir; y del beato Andrés Hibernón, religioso.

San Perfecto de Córdoba, presbítero y mártir

Perfecto nació en Córdoba, entonces dominada por el califato Omeya. Hijo de padres cristianos, conocía la lengua árabe y es uno de los mártires recordados por san Eulogio en su Memoriale Sanctorum. El santo aparece vinculado a la iglesia de san Acisclo, donde se formó y fue ordenado presbítero en pleno dominio musulmán. Acusado de blasfemia por la corte islámica, fue ejecutado un 18 de abril del año 850 en el “campo de la verdad”, convirtiéndose así en el primer mártir del emirato de Córdoba.

Beato Román Archutowski, presbítero y mártir

Nacido en 1882 en Polonia, tras estudiar en Varsovia, fue ordenado presbítero dedicándose a tareas docentes y teológicas, publicando libros y artículos. Director del seminario durante la ocupación alemana en la Segunda Guerra Mundial, fue arrestado por esconder judíos y conducido al campo de concentración de Majdanek, donde murió un 18 de abril de 1943 a causa de las pésimas condiciones del lugar. Fue beatificado en 1999 junto con otros 107 mártires polacos.

Beato Andrés Hibernón, religioso

Andrés Hibernón, nacido en Murcia en 1534, pertenecía a una familia noble pero empobrecida. A los 22 años sintió la llamada religiosa y decidió ingresar en el convento de los franciscanos en Albacete, donde rápidamente destacó por su sencillez y bondad. Tras la reforma franciscana, ingresó en el convento reformado de san José de Elche. A lo largo de su vida vivió en distintas comunidades, donde desempeñó los trabajos más humildes.

Tenía el don de la elocuencia y del sacrificio; se dice que logró numerosas conversiones. Procuraba estar siempre ocupado y, cuando le preguntaban si se aburría, respondía que nunca, porque había adquirido el hábito de no estar ocioso, lo cual le permitía estar siempre disponible para la oración o la contemplación. Murió en Gandía un 18 de abril del año 1602. Fue beatificado en 1791.