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16 de noviembre de 2025 Santa Margarita de Escocia y Santa Gertrudis

Hoy, día 16 de noviembre, celebramos la festividad de: santa Margarita de Escocia, reina; y la de santa Gertrudis, virgen.

Santa Margarita de Escocia, reina

De origen inglés, nacida en Hungría hacia el año 1046, donde se encontraban exiliados sus padres, regresó a Inglaterra a la corte del rey Eduardo, hasta que tuvo que huir tras la muerte del monarca debido a la invasión normanda. Establecida en Escocia, en 1069 se casó con el rey Malcolm III, con quien tuvo ocho hijos (tres de ellos futuros reyes), y ejerció en su nuevo país una notable influencia tanto cultural como religiosa.

Por su cultura, su sentido político y sobre todo su caridad, contribuyó profundamente a la renovación religiosa de su pueblo. Las puertas de su castillo en Edimburgo estaban siempre abiertas para acoger, ayudar y asistir a los pobres y a los enfermos. Para ellos hizo construir hospicios y albergues. Ordenó el ayuno cuaresmal, recomendó la confesión frecuente y la misa dominical, difundió la educación religiosa y promovió la construcción de iglesias y monasterios.

En 1093, al enterarse de la muerte de su esposo y de su hijo, dijo: “Dios omnipotente, os doy gracias por enviarme una aflicción tan grande en los últimos momentos de mi vida. Espero que, con vuestra misericordia, sirva para purificarme de mis pecados”. Murió tres días más tarde, el 16 de noviembre. Fue canonizada en 1250 y es patrona de Escocia.

Santa Gertrudis, virgen

Nació hacia el año 1256 en Eisleben, Alemania. A los cinco años fue confiada al monasterio de Helfta, en la región de Sajonia. Aunque oficialmente eran monjas benedictinas, simpatizaban con los ideales cistercienses, en una especie de puente entre ambas tradiciones. En Helfta obtuvo una sólida formación humanística y teológica y, en el ámbito artístico, destacó por su talento musical y su habilidad en la ilustración de manuscritos.

Pero el giro decisivo de su vida llegó a los 25 años, cuando se convirtió en una gran mística de referencia. Según ella misma relata, se sintió tan seducida por Dios que ya no ofreció resistencia y se dejó llevar completamente hacia Él. A partir de ese momento, inició una intensa vida contemplativa, convirtiéndose en una monja de gran talla intelectual, centrada en el amor divino.

Tuvo la capacidad de armonizar su devoción al Corazón de Jesús con una sólida vivencia litúrgica: “Quisiste admitirme en la deliciosa intimidad de tu amistad, poniéndome a disposición tu divino Corazón, para que en él encontrara toda mi felicidad. Él ha sido el instrumento por medio del cual tu ternura ha fundido muchas veces mi alma”. Para ella, cada momento de la liturgia, la Misa y el Oficio Divino era una comunicación directa con Jesús. No como una repetición ritual, sino como una realidad mística viva: “cuando cantábamos el Oficio Divino, veía al Señor Jesús que se alzaba en medio del coro, vestido con una túnica resplandeciente, y de cada palabra que salía de nuestros labios hacía una joya para coronar su cabeza”.

Escribió varias obras, entre las que destaca El mensajero del Amor Divino, donde recoge sus experiencias místicas. Se durmió en el Señor hacia el año 1302 con gran serenidad, rodeada de las monjas: “Oh Jesús del atardecer, haz que duerma un sueño tranquilo y que saboree el descanso que Tú has preparado para quien te ama”. Fue canonizada en 1738.

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