Puede ser bueno que recordemos con agradecimiento la enseñanza de Moisés a su pueblo; entre otras cosas nos recuerda: «el Señor, tu Dios, te eligió para que seas, entre todos los pueblos de la tierra, el pueblo de su propiedad». ¡También esto te ha pasado a ti! ¡Qué grande es Dios, como ha llegado a amarte tanto! ¿Cómo puedes corresponder?
Señor, yo soy tu; déjame vivir contigo y para ti, y que siempre me sienta amparado en ti.