Hoy, día 16 de junio, celebramos la festividad: de san Quirico y santa Julita, mártires; y la de san Aureliano de Arlés, obispo.
San Quirico y santa Julita, mártires
La devoción es muy antigua y se encuentra tanto en la Iglesia de Oriente como en la de Occidente. Según la tradición, Julita y su hijo de tres años, Quirico, vivían en Licaonia, una ciudad del interior de lo que hoy es Turquía. Durante la persecución del emperador romano Diocleciano, madre e hijo huyeron hacia Tarso, la ciudad de san Pablo, donde encontraron refugio durante un tiempo. Pero las autoridades romanas intensificaron la violencia, y fueron arrestados. Al no abjurar de la fe, ambos fueron sometidos a tortura y finalmente ejecutados en el año 304, en Tarso de Cilicia.
Las reliquias de estos mártires fueron encontradas por el emperador Constantino, quien las llevó a Constantinopla, Antioquía y Jerusalén. Poco después llegaron a la diócesis francesa de Auxerre, desde donde se difundió su devoción por toda Europa occidental.
San Aureliano de Arlés, obispo
Nacido en el seno de una familia aristocrática de Borgoña hacia el año 523, fue nombrado obispo de Arlés, una importante sede episcopal de Francia, a la edad de 23 años. En el año 548 fundó en Arlés el monasterio masculino de los Santos Apóstoles, con una regla propia de inspiración benedictina, origen de la actual iglesia de Sainte-Croix; y otro femenino bajo la advocación de la Virgen María. Asistió al concilio de Orleans del año 549, que condenó el nestorianismo y el eutiquianismo, y mantuvo contacto con la Iglesia de Constantinopla.
En el año 1308 se descubrió una inscripción sobre su tumba, en la iglesia de San Aniceto de Lyon, según la cual san Aureliano murió en esta ciudad el 16 de junio del año 551.