Una de las constantes que encontramos en la acción de Dios entre los hombres, es que nunca es estéril; hoy nos lo canta Isaías cuando dice: «así será mi palabra, que sale de mí boca: no volverá a mi vacía, sino que cumplirá mi deseo y llevará a cabo mi encargo».
Señor, he aquí mi persona, planta en ella tu palabra, fecunda mi corazón para que dé los frutos que esperas.