El texto de Isaías nos dice que tanto el hombre de fe que actúa coherentemente de acuerdo con lo que cree, como los extranjeros, es decir, aquellos que, viniendo de otros valores y principios, adoptan las actitudes y la praxis de la fe, Dios les acogerá en su seno. Lo dice así: «los traeré a mi monte santo, los llenaré de júbilo en mi casa de oración; … » Y termina así: «Oráculo del Señor, que reúne a los dispersos de Israel». El profeta nos dice que Dios abre las puertas a todos, sea cual sea su procedencia. Y tú, ¿estás dispuesto a hacer lo mismo, abrir las puertas de tu corazón, incluso a los extranjeros?
Señor, que yo me ponga a tu servicio por amor como me has enseñado.