Hoy la descripción del profeta Ezequiel nos ofrece una imagen clásica por lo bien conocida: la que había nacido sin ningún nombre, abandonada (símbolo del pueblo de Israel) es estimada: «Con juramento, hice alianza contigo… y fuiste mía». Y hay una descripción de cómo fue cuidada, pero la infidelidad de la esposa fue proverbial: «Pero tú, confiada en tu belleza, te prostituiste…». Y añade: «Con todo, yo me acordaré de mi alianza contigo en los días de tu juventud». Esta imagen de la fidelidad de Dios con los hombres, ¿la ponemos también en práctica cuando nos sentimos traicionados?
Señor, que no sólo sepa perdonar, sino también amar.