La lectura de hoy de Isaías fácilmente nos traerá el recuerdo de la Pasión: «El Señor me abrió el oído; yo no resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me apaleaban…». Ante esta situación de sufrimiento, y sufrimiento injusto, el profeta recuerda otra actitud: «El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes». Nosotros estamos invitados a configurarnos en todo con Jesús. ¿Cómo reaccionas cuando vives en tu propia carne un sufrimiento físico o moral que consideras injusto? Dejarse vencer, ¿qué querrá decir?
Señor, que en los momentos de dolor te sea fiel, y pueda reconocer que me acompañas.