Hoy, día 15 de mayo, celebramos la festividad de: san Isidro Labrador; san Pacomio, abad; y santa Juana de Lestonnac, religiosa.
San Isidro Labrador
Nació hacia el año 1080 en Madrid, cuando la pequeña villa acababa de ser reconquistada a los musulmanes, en el seno de una familia pobre. A pesar de los durísimos horarios que suponía trabajar como jornalero en el campo, siempre se levantaba un poco antes para poder ir a misa y rezaba durante la jornada. Era un hombre callado y amable que daba todo lo que podía a los pobres, sin descuidar a su esposa ni a su hijo. Su muerte se sitúa hacia el año 1130.
Es patrón de los campesinos españoles y también de los catalanes desde su canonización en 1622. Sus atributos iconográficos son las gavillas, los bueyes y el arado. La leyenda resalta sus virtudes mediante toda clase de milagros. Uno de los más conocidos es el de los bueyes: acusado por su amo de dejar el trabajo para rezar, este ve cómo los bueyes aran solos, tal vez guiados por un ángel. Otro es el milagro del molino, donde Isidro multiplica el trigo que ofrece a unas palomas hambrientas.
San Pacomio, abad
Su hagiografía cuenta que nació hacia el 287 en el Alto Egipto. A los veinte años fue reclutado contra su voluntad para el ejército romano y llevado a Tebas, donde conoció a los cristianos locales, que solían llevar comida y consuelo a los reclutas, a quienes no conocían de nada. Sus compañeros le dijeron: “son cristianos y nos tratan así por causa del Dios del cielo”. Esto le impresionó profundamente y, al finalizar su servicio militar, se convirtió y fue bautizado.
Entró en contacto con diversos ascetas del desierto y se hizo ermitaño. Tras conocer a san Antonio y las lauras de Macario, Pacomio inició hacia el 320 el monasterio de Tabennisi, a la orilla derecha del Nilo, tras escuchar una voz misteriosa que le dijo: “Pacomio, quédate aquí y funda un monasterio”. Durante su vida fundó otros ocho cenobios para hombres y dos para mujeres. Influyó poderosamente en el monacato occidental a través de la Regla que san Jerónimo tradujo al latín, siendo considerado el fundador del monacato cenobítico cristiano. Murió hacia el 348.
Santa Juana de Lestonnac, religiosa
Sobrina de Montaigne, nació en Burdeos en 1556, hija de padre católico y madre calvinista. A los 17 años fue dada en matrimonio contra su voluntad. Durante veinticuatro años llevó una vida familiar, educando a sus siete hijos y manteniendo relaciones cordiales con sus vecinos. Su sensibilidad humana la hacía cercana y receptiva a quienes la rodeaban. Tras la muerte de su esposo y con sus hijos ya mayores, Juana, con 41 años, pidió ingresar en un monasterio cisterciense, pero su mala salud la obligó a regresar a casa.
Desde entonces, quiso dedicarse a la educación de la juventud, preocupada por contrarrestar la influencia calvinista. Así fundó en Burdeos, inspirándose en la espiritualidad ignaciana de la Compañía de Jesús, la Compañía de María, la primera congregación religiosa para la educación de niñas. Se trata de una comunidad de hermanas que armonizan la oración y la vida contemplativa con la dedicación a la enseñanza de mujeres. Se caracterizan por rasgos ignacianos como “encontrar a Dios en todas las cosas”, el discernimiento espiritual, el acompañamiento y el servicio apostólico. Murió en 1640. La Iglesia Católica la declaró santa en 1949.