Cuando Jacob muere, sus hijos tienen miedo de su hermano José y tienen para con él una actitud de súplica. A veces nosotros guardamos una memoria muy viva de las ofensas que hemos recibido. José en cambio, dice: «¿soy yo acaso Dios?» Porque sólo Dios es el que puede juzgar. ¿Cómo crees que se puede curar el resentimiento?
Señor, que por más agravios que haya sufrido, sepa vivir con la paz en el corazón.