Hoy, día 15 de julio, celebramos la festividad de: san Buenaventura, obispo y doctor; y la de san Vladimiro I de Kiev.
San Buenaventura, obispo y doctor
Juan Fidanza nació hacia el año 1221 cerca de Roma. San Francisco lo curó de pequeño y, al conocer el milagro, exclamó: “¡Oh, buena ventura!”, y desde entonces toda la familia empezó a llamar al niño Buenaventura, nombre que él mismo adoptó al ingresar en la orden de los frailes menores. Estudió filosofía y teología en París, donde llegó a doctorarse y a ocupar una cátedra de teología hasta que fue elegido ministro general de la orden franciscana, emprendiendo la tarea de refundar la orden, encauzando con sentido común todo el potencial renovador del espíritu franciscano, que sin una dirección adecuada siempre corría el riesgo de caer en posturas desviadas o incluso heréticas. Con el esfuerzo regulador de san Buenaventura, considerado el segundo fundador de la orden, logró salvar la herencia proveniente de san Francisco, evitando su dispersión y pérdida.
Su pensamiento, de raíz platónica y más místico que especulativo, se sitúa por su importancia junto a su contemporáneo y colega santo Tomás de Aquino. Se dice que, cuando en el año 1261 el papa Urbano IV instituyó la festividad del Corpus Christi, encargó al dominico santo Tomás de Aquino y a san Buenaventura la composición de los textos litúrgicos. Cuando ambos teólogos se presentaron ante el papa, mientras Tomás leía sus composiciones, Buenaventura iba rompiendo los papeles donde había escrito las suyas, admirado por la profundidad y belleza de los textos de Tomás.
Un año antes de morir fue creado cardenal, y al recibir la noticia continuó la tarea que estaba realizando en ese momento: lavar platos en la cocina del convento. El papa le encomendó la organización del II Concilio de Lyon, que buscaba la unión con la Iglesia oriental. Murió el 15 de julio de 1274, poco después de comenzar el concilio. Fue canonizado en 1482 y declarado doctor universal de la Iglesia en 1587, conocido con el nombre de “Doctor Seráfico”. Una de sus características esenciales es su radical cristocentrismo: el camino para llegar a la unión con Dios, meta de la vida mística, es la humanidad crucificada y gloriosa de Cristo.
San Vladimiro I de Kiev, Príncipe
Nacido hacia el año 958, era sobrino de santa Olga, y fue educado como pagano por deseo de su padre. Después de una lucha fratricida llegó a ser regente y finalmente Gran Príncipe de Kiev y de Nóvgorod, unificando y expandiendo sus territorios. Continuó siendo pagano, llegando a tener 800 concubinas y numerosas esposas, erigiendo esculturas de los dioses eslavos y templos paganos. Antes de casarse con la princesa Ana, hermana del emperador Basilio II de Constantinopla, aceptó convertirse al cristianismo y fue bautizado. Esto provocó que san Vladimiro realizara grandes cambios en los siguientes veinticinco años: dejó a sus concubinas, derribó los monumentos paganos, ordenó el bautismo colectivo de los ciudadanos de Kiev, promoviendo la conversión estable y definitiva del pueblo ruso, organizando un estado cristiano. Murió un 15 de julio del año 1015.