Hoy, 14 de diciembre, celebramos la festividad de: san Juan de la Cruz, presbítero y doctor; san Venancio Fortunato, obispo; y la beata Francesca Schervier, religiosa.
Juan de la Cruz (Juan de Yepes Álvarez) nació en Ávila en 1542. Es probablemente el místico más relevante de los tiempos modernos y un magnífico poeta. Estudió en los jesuitas y en la Universidad de Salamanca. En 1567, santa Teresa lo incorporó a la reforma carmelitana, donde destacó como maestro y director espiritual, así como reformador de la rama masculina del Carmelo. Ascético y serio, no siempre fue comprendido. Fue víctima de las luchas de poder y de las obsesiones antiheréticas de la época, lo que le costó prisión y muchas penalidades. Representa el culmen de la escuela ascético-mística castellana. Sus escritos tuvieron un peso decisivo en la espiritualidad moderna. Expresa lo que es inefable, es decir, la experiencia mística. Por ello, además de las fuentes bíblicas (especialmente el Cantar de los Cantares), utiliza procedimientos y formas de la poesía tradicional y renacentista, que llena de contenido religioso. Murió en Úbeda (Jaén) en 1591 y fue canonizado en 1726. En 1926 fue proclamado Doctor de la Iglesia Universal.
De san Venancio Fortunato se ha dicho que sus poemas representan el paso del mundo latino al mundo medieval. Nació cerca de Treviso, hacia el año 530, y se formó en Rávena (Italia). Llevó una vida itinerante por Alemania y Francia hasta que en Poitiers conoció a santa Radegunda, esposa y luego viuda de Clotario I, quien se había retirado a un monasterio. Influido por ella, se hizo sacerdote y, alrededor del 597, fue nombrado obispo de Poitiers. De él quedan innumerables poemas, vidas de santos, e himnos que pasaron a la liturgia, como el himno a la cruz “Vexilla Regis”. Murió poco después del año 600.
La beata Francesca Schervier, nacida en Aquisgrán, Alemania, en 1819, fue la fundadora de las Hermanitas de los Pobres de San Francisco, una orden dedicada a los más desfavorecidos. Al momento de su muerte en 1876, su fundación contaba con numerosas casas. La orden fue finalmente aprobada por la Santa Sede en 1908.