Los israelitas ante las dificultades que tenían en su peregrinación por el desierto con el objetivo de llegar a la tierra prometida se hacían esta pregunta: «¿Está el Señor entre nosotros o no?» ¿No te has hecho esta pregunta ante las dificultades que tú u otros como tú encuentran? No pienses que hacerse esta pregunta es incorrecto; a menudo lo es la respuesta, porque detrás de la respuesta está la concepción que tienes de Dios. ¿Qué haces para conocerlo? ¿Le deseas como el enamorado desea vivir el amor?
Señor, ábreme el entendimiento, ábreme el corazón, para que pueda conocer mejor qué quieres de nosotros.