El relato del libro de los Reyes nos dice que Ajab reunió el pueblo y los profetas de Baal que eran 450; en cambio, profetas de Yahvé sólo quedaba Elías. La desproporción era muy grande, pero el profeta Elías demuestra ante el pueblo que en el sacrificio de un ternero sólo acierta él, a pesar de que la víctima había sido abundantemente mojada. Los profetas de Baal hicieron el ridículo. Elías antes de orar a Dios que encienda el fuego para el sacrificio hace esta oración: «Respóndeme, Señor, respóndeme, para que este pueblo sepa que tú, Señor, eres Dios y que has convertido sus corazones».
¿Por qué no hacemos nuestra esta oración y la repetimos a menudo?