El texto del Deuteronomio recuerda al pueblo de Israel que en su paso por el desierto hacia la tierra prometida, Dios les envió el maná. Nosotros, no somos demasiado diferentes del pueblo de Israel, también estamos haciendo camino hacia la verdadera libertad, pero nos cuesta y sufrimos hambre y sed, y la tentación de ir hacia lo que nos es más fácil es grande. La Eucaristía nos recuerda que Jesús es nuestro alimento en este camino que estamos haciendo, nos podemos alimentar de Él: de todo lo que hizo, de todo lo que es. ¿Te alimenta de su experiencia, de su vida? Este es nuestro maná.
Señor, aunque me cueste, tengo el firme deseo de que tu vida sea mi alimento.