Hoy, día 11 de julio, celebramos la festividad de: san Benito, abad; y la de santa Olga de Kiev, viuda.
San Benito, abad y patrón de Europa
Este ermitaño y posteriormente monje es el organizador del monaquismo occidental y fundador de la orden benedictina. Nacido en Nursia, en la región italiana de Umbría, hacia el año 480, en un momento en que el Imperio romano se había derrumbado y nacía una nueva Europa, realizó sus primeros estudios en Roma. Benito es un hombre que busca a Dios a través de diversas experiencias de soledad y de vida comunitaria, hasta que fundó, primero, la comunidad de Subiaco y luego el monasterio de Montecassino, donde murió hacia el año 547, probablemente un 21 de marzo.
En todo tiempo, se ha identificado al autor de la regla monástica más vivida en Occidente con el protagonista del segundo libro de los Diálogos de san Gregorio Magno. Su regla es un manual, un camino de vida monástica:“Escucha, hijo, las enseñanzas del maestro, inclina el oído de tu corazón, acoge con gusto la exhortación del padre amoroso y ponla en práctica, para que por el trabajo de la obediencia regreses a Aquel de quien te habías alejado por la dejadez de la desobediencia”, y también: “Nunca desesperes de la misericordia de Dios”. Para san Benito, lo más importante en la vida del monje es el Oficio Divino, es decir, la oración litúrgica. Pero la Regla se apoya también en otros pilares: la dignificación del trabajo, la lectio divina, la conversión de costumbres, la vida comunitaria y la acogida.
Canonizado en 1220, es venerado tanto en la Iglesia católica como en la ortodoxa. Es considerado el patriarca del monacato occidental y fue proclamado patrón de Europa en el año 1964.
Santa Olga de Kiev, viuda
Nacida en el año 890 en Rusia, cerca de la frontera con Estonia, pertenecía a una etnia minoritaria del oeste de Rusia, de origen escandinavo. Casada con el príncipe Ígor de Kiev, al morir él se convirtió en regente del principado de Kiev durante la minoría de edad de su hijo. En Kiev existía una pequeña comunidad cristiana y, tras varias conversaciones con un sacerdote, se convirtió al cristianismo.
Durante una visita a Constantinopla hacia el año 955, fue bautizada por el patriarca Teofilacto, quien le dijo: “Bendita eres entre las mujeres rusas, que amaste la luz y dejaste las tinieblas. Te bendecirán los hijos de los rusos hasta la última generación de tus descendientes». Introdujo el cristianismo en Ucrania, y su tarea evangelizadora fue continuada por sus hijos, y especialmente por su nieto Vladimiro, quien, tras una primera etapa pagana, se convirtió y promovió el bautismo en masa de los rusos, que adoptaron la versión constantinopolitana del cristianismo. De esta manera, en pocas generaciones, gran parte de Europa oriental se convirtió al cristianismo ortodoxo. Santa Olga descansó en el Señor el 11 de julio del año 969.