Hoy, día 10 de noviembre, celebramos la festividad de san León Magno, papa y doctor de la Iglesia; de san Andrés Avelino, presbítero; y la dedicación de la catedral de Solsona.
San León I, el Magno, papa y doctor de la Iglesia
Fue diácono de la Iglesia de Roma hacia el año 430 y con el tiempo alcanzó una posición de gran relevancia. A la muerte de Sixto III fue elegido su sucesor y consagrado el 29 de septiembre del 440. Su pontificado, que se prolongó más de 21 años, es sin duda uno de los más importantes de la historia de la Iglesia. El papa vivió tiempos sumamente difíciles: las invasiones bárbaras de los hunos de Atila y los vándalos de Genserico, el progresivo debilitamiento de la autoridad imperial en Occidente y una profunda crisis social. Todo ello llevó al obispo de Roma a asumir un papel destacado incluso en los asuntos civiles y políticos. Promovió la caridad en una Roma empobrecida por la miseria, la injusticia y la guerra, recordando: “Sin Cristo no podemos nada, pero con Él, lo podemos todo.”
Conocemos bien la acción del papa León gracias a sus casi cien hermosísimos sermones y unas ciento cincuenta cartas que se han conservado, redactadas en un latín espléndido y claro. En estos textos se muestra toda su grandeza. Recordamos especialmente su intervención en el Concilio de Calcedonia, donde los padres conciliares lo aclamaron diciendo: “Pedro ha hablado por boca de León; León ha enseñado conforme a la piedad y a la verdad.” Murió el 10 de noviembre del año 461 y fue sepultado junto a la tumba de san Pedro. Fue canonizado en 1574.
San Andrés Avelino, presbítero
Lanceloto nació en Castronuovo (Toscana) en 1521. Una vez ordenado sacerdote hacia 1545, se trasladó a Nápoles para ampliar sus estudios. Allí ingresó en la congregación de los Clérigos Regulares, comúnmente conocidos como teatinos, fundada por san Cayetano en el ambiente de renovación del clero del siglo XVI. Coincidió en el noviciado con el beato Pablo Burali, siendo maestro de novicios el beato Juan Marinoni, y profesó tomando el nombre de Andrés. Fue un hombre totalmente entregado a la renovación de la vida cristiana, a la predicación y a la dirección espiritual. Desarrolló su labor pastoral en Milán, colaborando con san Carlos Borromeo en la aplicación de las reformas tridentinas. Más tarde se trasladó a Piacenza y finalmente a Nápoles, donde murió el 10 de noviembre de 1608, justo al comenzar la misa diciendo: “Subiré al altar de Dios.” Fue canonizado en 1707.
La Dedicación de la Catedral de Solsona
La catedral de Solsona es la antigua canónica agustiniana consagrada el 10 de noviembre del año 1163 y posteriormente reedificada en estilo gótico. La diócesis fue creada el 19 de julio de 1593 con parroquias desmembradas de las diócesis de Urgell y de Vic, por deseo del rey Felipe II, que quiso establecer cerca de la frontera una serie de diócesis que sirvieran de barrera frente a la penetración de los hugonotes.

