Hoy, día 10 de junio, celebramos la festividad de los santos obispos Máximo y Landerico; y la de santa Oliva, mártir.
San Máximo, obispo
Este obispo de Nápoles, en el siglo IV, fue condenado al exilio por su fidelidad a la fe de Nicea. La leyenda cuenta que su sucesor, el arriano Zósimo, tuvo que renunciar porque cada vez que iba a hablar en público, no le salía la voz debido a las oraciones de san Máximo, preocupado por la fe de su pueblo.
San Landerico, obispo
Fue obispo de París en el siglo VII, y de él se cuenta que, en tiempos de hambre, vendió el ajuar de la iglesia para edificar un hospital junto a la catedral: el Hôtel-Dieu, uno de los más antiguos del mundo. Murió un 10 de junio hacia el año 657.
Santa Oliva, mártir
La Vita de santa Oliva se encuentra en un Breviario del tiempo de los normandos en Sicilia. Oliva habría sido una joven de Palermo, en la Italia del siglo V, que a los trece años fue deportada a Túnez. Allí se dice que curó a dos ciegos, lo que no impidió que la abandonaran en un paraje lleno de fieras. Como sus verdugos se convirtieron y fueron bautizados, esto provocó su detención, que se prolongó hasta su muerte por decapitación un 10 de junio hacia el año 463.
Un hecho constatado de esta santa es la devoción que despertó a partir del siglo XIII en las ciudades de Palermo, Erice y Cefalú. En Cataluña recibe culto en Olesa de Montserrat.