Hoy, 1 de marzo, celebramos la festividad de San Rosendo, obispo y monje, y de San Aubín, obispo de Angers.
San Rosendo, obispo y monje Rosendo Gutiérrez nació cerca de Oporto, en la provincia de Gallaecia (Galicia), alrededor del año 907. Pertenecía a la nobleza y estaba emparentado con los reyes de León. Su madre fue Santa Ilguara. Probablemente se educó en casa de su tío, el obispo de Mondoñedo, combinando su formación con estancias en la corte real, lo que le permitió mantener una estrecha relación con la monarquía. A los dieciocho años fue nombrado obispo de Dumio, en una época de gran inestabilidad debido a las invasiones normandas y musulmanas del siglo X. Se dedicó a restaurar iglesias, organizar la vida monástica y promover la formación del clero y del pueblo. La religiosidad medieval estaba profundamente marcada por la vida monástica: los monasterios eran centros espirituales, intelectuales, económicos y sociales. Por ello, no sorprende que Rosendo fundara varios monasterios, incluido su querido Celanova, donde se retiró a los 43 años. Sin embargo, tuvo que abandonar temporalmente su retiro para asumir la administración de la diócesis de Iria-Compostela y el gobierno de Galicia, desde donde enfrentó nuevas incursiones normandas y sarracenas. Su doble vocación abacial y episcopal le otorgó un carácter que equilibraba acción y contemplación, hechos y espíritu. Sus biógrafos destacan especialmente su gran sensibilidad humanitaria: sufría profundamente ante los abusos de la esclavitud y trabajó activamente por su abolición. Gravemente enfermo, en enero del año 977 redactó su conocido testamento monástico, encomendando la protección del monasterio de Celanova “al Creador, nuestro Señor Jesucristo… y al rey ungido con el poder real en la ciudad de León, no para que lo domine”, e instituyó un nuevo abad. Falleció pocos días después, el 1 de marzo.
Fue canonizado en 1195.
San Aubín o Albino, obispo de Angers Nació alrededor del año 470 en Bretaña francesa. De joven, ingresó en la vida monástica y llegó a ser el primer abad de Tincillac. Más tarde, fue elegido obispo de Angers, diócesis que gobernó con gran caridad en un contexto de barbarie y crueldad. Cercano al rey merovingio Clotario, fue uno de los promotores del III Concilio de Orleans, que reformó la Iglesia franca. Destacó por su ayuda a los más necesitados, especialmente a los cautivos de los piratas, razón por la cual fue considerado patrón de la protección contra los piratas, especialmente en el norte de Europa. Falleció en Angers el 1 de marzo del año 550.