La iglesia de Montserrat se inscribe arquitectónicamente entre la tradición gótica y la asimilación de las nuevas formas renacentistas que entonces (s. XVI) empezaba a aplicar. Así al entrar nuestra vista se dirige hacia la cabecera de la nave, donde se encuentra el coro de los monjes y el altar mayor; en el centro de la parte superior aparece una hornacina-templete dorada, proyectada por Francesc de Paula del Villar, donde ya se puede ver, ahora de lejos, el trono de plata con la imagen de Santa María que preside toda la nave.
A diferencia de otras iglesias, esta tiene una nave única con capillas comunicadas entre los contrafuertes y, la parte superior, tribunas laterales; en este punto, la vuelta empieza con arcos y nervios muy labrados al final de los cuales se forman unas lunetas con óculos laterales, donde correspondería el crucero vemos el gran cimborrio octogonal.
A causa de la Guerra del Francés (1808 – 1814) la basílica queda dañada, tuvo que ser reconstruida posteriormente, a finales del s. XIX. Por lo que respecta a la decoración “románica bizantinista” de la nave puede ser discutida la cualidad.
Sin embargo, los arquitectos, pintores y escultores que intervinieron, en el presbiterio y en las capillas laterales, son considerados maestros del modernismo y del simbolismo de la época.
A medida que vamos entrando nos damos cuenta de que no es una iglesia de grandes proporciones; sí que lo es, sin embargo, si pensamos en la época en que fue construida, en el lugar escogido y en los medios de que disponían entonces.
La nave central mide 58 metros de largo, 15 de ancho y 23 de altura de vuelta. Hoy, y gracias a la restauración mencionada (1991 – 1996), este templo es luminoso por la entrada de luz natural, pero no ha perdido aquel ambiente que invitaba a la intimidad.
Estas lámparas, en recuerdo de las que había habido antes de la destrucción de Montserrat (1811 – 1812), han sido ofrendadas por comarcas, pueblos, agrupaciones y diversas entidades de Cataluña, y también por asociaciones de catalanes que hay en algunos países del mundo.
El conjunto simboliza, por tanto, una ofrenda y una presencia continua del pueblo catalán a los pies de Santa María de Montserrat, su patrona.
En las pilastras centrales de la nave hay esculturas de los profetas Ezequiel, Jeremías, Isaías y Daniel, que nos recuerdan las profecías referentes a la Virgen María. Fueron talladas en madera por Josep Llimona (1864 – 1934) y colocadas en este lugar el año 1896. Ya que estamos en el centro de la nave, podemos visitar las capillas que hay a nuestra izquierda.
Laborables de lunes a sábado | Domingos y festivos |
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07:30 | Laudes | 07.30 | Laudes |
11:00 | Misa Conventual | 11.00 | Misa Conventual (Reserva) |
13:00 | Salve y Vilorai —de lunes a viernes, cantados por la Escolanía (*) | 12.00 | Salve y Virolai cantados por la Escolanía. (*) |
18:15 | Rosario | 13.00 | Misa en el Altar Mayor (únicamente los domingos) |
18:45 | Vísperas | 18.15 | Rosario |
19:30 | Misa (únicamente los sábados) | 18.45 | Vísperas |
(*) La Escolania, ocasionalmente, puede encontrarse fuera de Montserrat. Consulte, por favor, www.escolania.cat/quan-cantem las fechas exactas que la Escolania cantará la Salve y el Virolai a mediodía y la Salve y el motete en Vísperas. Muchas de las celebraciones se pueden seguir en directo por Internet: https://abadiamontserrat.cat/montserrat-tv/. |
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Confesiones |
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De lunes a sábado: de 10:40 a 11:40 h Sábados: de 10:40 a 11:40 h y de 19;30 a 20:00 h Domingos y festivos:: de 10.40 a 13:00 h |
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Basílica |
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Abierta todos los días, de 07.00 a 20.00 h | |||
Trono de la Virgen |
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Todos los días:
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Luminarias (camino del Avemaría) |
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Todos los días, de 08.00 a 20.00 h. | |||
Centro de Coordinación Pastoral |
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Todos los días, de 09.00 a 13.00 y de 16.00 a 18.00 h |
Bajamos de la cámara del trono de la Virgen: a mano derecha está el Camarín, espacio situado en el centro de tres grandes ábsides neorománicos adosados a la fachada oriental del templo que visitamos.Esta obra arquitectónica se inició el año 1876 y no se acabó hasta 1885; llevó la dirección de las obras el arquitecto Francesc de Paula Villar i Lozano (1828-1901), ayudado por el joven arquitecto Antoni Gaudí (1852-1926), y más tarde por su hijo Francesc de Paula Villar i Carmona, que continuó la obra de restauración de la iglesia.
La decoración interior de lo que es más propiamente el camarín o capilla de la Virgen no se acabó hasta 1887.
Podemos constatar que se llega a una difícil, pero no menos bella armonía con diversos elementos neorománicos, neogóticos y renacentistas que lo situen en el premodernismo catalán.A contraluz del vitral central, justo delante de la imagen de la Virgen, hay una escultura de Sant Jordi, patrón de Cataluña, esculpida en madera y policromada por Agapit Vallmitjana. Sus rasgos faciales hacen pensar que puede ser un retrato de Venanci Vallmitjana, hermano del autor.
Es de gran interés artístico la pintura de la cúpula (1896-1898), de Joan Llimona, de difícil ejecución por problemas de perspectiva; señalemos los puntos más importantes.
La idea de reformar la estancia del trono de la Virgen, con las correspondientes antecámaras, y de construir una nueva escalera de acceso al camarín, nació el año 1944, teniendo como objetivo las fiestas de la Entronización del 27 de abril de 1947. El conjunto no quedó acabado hasta 1954, cuando se celebró el año mariano. En la ejecución del proyecto, diseñado y dirigido por el arquitecto Francesc Folguera y el pintor Josep Obiols, se hizo intervenir arquitectos, dibujantes, escultores y orfebres, con el objeto de conseguir una colaboración de los artistas catalanes y una síntesis de las artes plásticas catalanas de mediados del siglo XX.
Accedemos a esta estancia por un gran pórtico de alabastro donde están representadas referencias bíblicas que la tradición cristiana ha relacionado con Maria, la Madre de Dios. Fue inaugurada en el año 1954. Había sido esculpida por Enric Monjo; los dos candelabros que la flanquean, también de alabastro, fueron trabajados por Rafel Solanic. El interior de la escalinata está decorado con bellos mosaicos, obra de Santiago Padrós, según el diseño del P. Benet Martínez.
Al fondo de la sala, una pintura de Carlo Maratta (1625-1713) representa el nacimiento de Jesús, que está en brazos de Maria, su madre.
Las pinturas murales que encontramos en la salita de acceso al trono de la Virgen, espacio que se repite en el otro lado y que veremos al bajar de venerar a la santa imagen, son de Josep Obiols y presentan las mujeres virtuosas y valientes que nombra la Bíblia.
Unas puertas de plata dan acceso a las escalerillas que llevan a la cámara del trono de la Virgen, y son obra de los artistas Josep Obiols, Rafel Solanic y Manuel Capdevila. La citada estancia, visible desde la nave central, está totalmente cubierta de mosaicos venecianos diseñados por Josep Obiols y realizados por Santiago Padrós. Encontramos a María, simbolizada como Madre de la humanidad, de los apóstoles, de la Iglesia, de Cataluña, de los monjes y de los peregrinos.
Las nueve lámparas de plata, trabajadas por Xavier Corberó (1909-1981), que rodean la estancia, representan las ocho diócesis de Cataluña y Montserrat. Los dos candelabros de alabastro situados en los lados del trono, obra de Pere Jou (1891-1964), tienen esculturas que evocan las procesiones de peregrinos que han venerado esta santa imagen.
El Trono de la Virgen, concebido como retablo de plata labrada, fue una ofrenda de los catalanes en 1947. Consiste en dos relieves de plata, trabajados por el orfebre Ramon Sunyer (1889-1963), y unas molduras que los unen, realizadas por el también orfebre Alfons Serrahima (1906-1988) según el proyecto de Joaquim Ros i Bofarull, que representan la Natividad y la Visitación de María.
07.00 h a 10.30 h
12.00 h a 18.15 h
19.30 h a 20.00 h
(solo del 15 de julio al 30 de septiembre)
Nos es un motivo de alegría la corona
De vuestros mártires de Montserrat;
Que su martirio nos consuele y
Que un número tan grande de intercesores
Nos obtenga la gracia
De ser más firmes en la fe.
Por nuestro Señor Jesucristo, vuestro hijo,
Que en vos vive y reina
En la unidad del Espíritu Santo,
Dios, por los siglos de los siglos. Amén”.
El camino que atraviesa desde la Plaza de la Cruz hasta la Santa Cueva se llama El Camino de la Santa Cueva y el Rosario Monumental; éste, adornado con quince grupos escultóricos correspondientes a los misterios del rosario, posibilita la contemplación y rezo del rosario y prepara a los peregrinos para el encuentro con la Virgen, en la capilla de la Santa Cueva. Una vez pasados los misteris de dolor, el camino cambia de dirección y aparece más abierto y alegre, y conduce rápidament a la capilla de la Santa Cueva (605 m.).
La Santa Cueva, un pequeño recinto que tiene una reja en su límite, es desde sus orígenes un lugar venerado por miles y miles de peregrinos. Sus orígenes se remontan al año 880, en que consta por un escrito de 1239, que un sábado la Virgen bajó del cielo con una gran luz y acompañada por una bella melodía, y se apareció a unos niños pastores. Esta aparición se repitió los cinco sábados siguientes. Cuando el hecho llegó a oídos del obispo de Manresa, éste organitzó un peregrinaje, también en sábado, y al llegar vieron una cueva que en su interior se encontraba la imagen de Santa María.
En la Santa Cueva se palpa la belleza extrema del lugar, fruto de la simbiosis delicadamente equilibrada entre naturaleza y arquitectura. Nadie sabe dónde comienza una y dónde acaba la otra. La construcción de la capilla data del final del sigle XVII y principios del XVIII (1696-1705). De planta de cruz, ésta se abriga bajo una cueva de la montaña en uno de sus brazos que es el de la Santa Cueva original. Y, en le mismo sitio, a la derecha del altar, se encuentra una reproducción de la imagen de la Virgen auténtica venerada en la basílica.
Pese a los daños materiales causados durante la Guerra del Francés (1811-1812) y por desastres naturales posteriores (años 90), el lugar santo hoy en día representa un espacio de encuentro, oración y devoción mariana para numerosos peregrinos que van a visitarlo y a rezar.
Laborales: 11.30 a 16.15 h
Festivos: 10.30 a 16.30 h