El texto de Sofonías nos hace ver como la infidelidad nos lleva a la ceguera espiritual. Dios hará cambiar esta ofuscación cuando nos anuncia: «Entonces purificaré los labios de los pueblos para que invoquen todos ellos el nombre del Señor…» Indudablemente que será Jesús, que será un yugo suave y una carga ligera.
Te espero, Señor, porque me enseñarás a no hacer injusticias, ni mentir, ni engañar. Pero dentro de mí me asalta una duda; en este mundo tan competitivo, ¿yo deseo eso que quieres enseñarme?