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La Natividad de la Virgen e inicio del Milenario (8 septiembre 2024)

Homilía del P. Manel Gasch i Hurios, Abad de Montserrat (8 de septiembre de 2024)

Miqueas 5:1-4a / Romanos 8:28-30 / Mateo 1:1-16.18-23

“Yo, sabiendo que me ama, tengo plena confianza. Mi corazón se alegra, ya me veo salvado, canto al Señor por sus favores”  

Queridos hermanos y hermanas, estas frases del salmo responsorial, no porque sean breves dejan de ser intensas. ¡Qué suerte y qué privilegio poder decirle esto a Dios! 

“Yo, sabiendo que me ama, tengo plena confianza”. 

Una frase que se convierte a la vez pregunta: 

¿Es éste realmente el estado y el momento en el que nos encontramos como cristianos? ¿Cómo monjes? 

Una pregunta que también, sea cual sea la respuesta, puede convertirse en oración: 

Si sentimos la confianza y el amor de Dios, o estamos cerca, demos gracias y respondámosle como hemos hecho cantando: ¡Aclamo al Señor llena de gozo! 

Si nos sentimos lejos, pensamos que toda la oración cristiana –y los salmos son la parte más propia– no señala un estado que ya hemos conseguido sino un camino, un objetivo, que es necesario alcanzar paso a paso. Nuestra vida espiritual nos debe llevar a llegar a decir, con todo el corazón, que sabemos que Dios nos ama, que confiamos en él, que nos sabemos salvados y que por eso nos alegramos y cantamos. 

Quizás si individualmente nos cuesta sentirnos tan cercanos a Dios, nuestra fe es precisamente colectiva y se alimenta de la vida de todos los que nos han precedido, de la santidad acumulada en la Iglesia. Esto es aplicable a cada familia, a cada parroquia, como las que hoy estáis aquí, y corresponde naturalmente a los monasterios, a todos: hoy aquí concretamente o por el significado de la presencia del Abad Primado de la Confederación benedictina, estamos representados todos los benedictinos del mundo. Para nuestra comunidad, la mirada agradecida a la historia que nos domina hoy, al iniciar la celebración de estos mil años de la fundación de nuestro monasterio de Montserrat, nos lleva a ser conscientes del camino colectivo recorrido. Un camino que por encima de todo ha querido ser un testimonio sentido del amor que Dios nos tiene y de su salvación, a la que hemos intentado responder durante mil años, con nuestros cantos y que nos señala el camino para el futuro: continuar, perseverar, decir cada día Dame a conocer Señor tu amor, y cada noche cantaré la alabanza del Dios que me ama. 

Los escolanes saben bien que, para tanta gente, durante la mayor parte de estos mil años, han sido un instrumento de esta alabanza con su canto y su oración. ¡Y hoy os damos las gracias! 

La historia como genealogía 

La historia se hace paso a paso. El evangelio de hoy nos hace pensar que, hasta el acontecimiento más importante acaecido nunca, la Encarnación del Hijo de Dios en Jesús de Nazaret, se hizo poco a poco, dentro de una genealogía humana, al final de muchas generaciones que se sucedían. En cada momento los protagonistas de esta genealogía tuvieron que vivir lo que les tocó, tal y como ellos eran, compartiendo una fe en el advenimiento del Mesías, que al final sólo vieron los últimos de todos… 

De manera semejante, nuestra comunidad de Montserrat de hoy es la última generación de una sucesión de monjes que remonta mil años atrás, en los cuales, detrás de todo lo que hemos cumplido pastoral y culturalmente, hemos querido vivir aquí el amor y la salvación de Dios, para que fuera esto lo que realmente impregnara toda nuestra acción. Bajo la enseñanza de San Benito, tomando la cruz, el arado y el libro, nos hemos confiado en la palabra que sinceramente creímos escuchar de Dios para seguirle y construir esta casa: siguiendo el “ora, lege, labora, rege te ipsum, in comunidade”, “Reza, lee, trabaja, rigete tú mismo, en comunidad”, el lema monástico de este milenario (que nos perdonen nuestros venerables hermanos, abades, priores y monjes benedictinos, por nuestra osadía de completar el lema benedictino originario y ampliarlo un poco más!): 

Y hoy podemos decir que Dios ha respondido con muchas bendiciones y que a Él confiamos nuestro futuro, para seguir siendo fieles, para que evite todo mal dentro de nuestro monasterio. 

Todo apunta a Jesucristo 

Fijémonos dónde apunta realmente la Genealogía. Nada menos, como he dicho, al nacimiento del Mesías, Jesús de Nazaret, Emmanuel. 

“Tienes que ponerle el nombre de Jesús, porque él salvará de los pecados a su pueblo”. ¿Qué es, Jesús, sino salvador? Decía san Anselmo. ¿Y qué es lo que realmente salva sino la proximidad de Dios que el nombre de Emmanuel “Dios con nosotros” significa? En ese nacimiento se realiza la proximidad salvadora de Dios en Jesucristo. Es el momento 0 de nuestra historia. El punto en el que convergen todas las expectativas y de donde nacen todas las esperanzas. Nunca agotaremos el contenido, la profundidad, la fecundidad del misterio de un Dios tan cercano que se ha hecho hombre en Jesucristo. Por eso el contraste con el Evangelio hace tan escandalosa la situación social de la inmensidad de realidades que son contrarias a la humanidad, a esa humanidad que Dios ha querido privilegiar, incluso con el don de una libertad que tan a menudo le aleja del bien. Nunca debemos perder de vista el sufrimiento del mundo. 

Los monjes estamos llamados también como resultado de nuestra genealogía personal y comunitaria, por nuestra proximidad con la palabra, y en este monasterio santuario de Montserrat también por una relación cercana con tantos peregrinos, a hacer cercano a Jesucristo. En nuestra liturgia, en nuestro trato, en nuestra reflexión intelectual, generación tras generación, nuestra “genealogía” también debería apuntar siempre al nacimiento de Jesucristo, a esa otra encarnación en el corazón de cada creyente de la que hablaba san Bernardo. No lo perdamos de vista en medio de tantas obligaciones y preocupaciones. La mejor ayuda fraterna que podemos pedirnos unos a otros es la de ir hacia Jesucristo. A pesar de las infidelidades propias de la condición humana, desde el punto de vista de estos mil años, estoy convencido de que nuestra comunidad ha tenido siempre a Jesucristo como referente, y ha ayudado a que naciera o continuara presente en el corazón de muchos hombres y mujeres. Ayudadnos con vuestra oración, con vuestro consejo, con vuestras quejas, si es necesario, a mantenernos fieles. 

María 

Hoy en día de la Natividad de la Virgen María, misa de inicio de la celebración del Milenario de la fundación del monasterio, no podemos dejar de repetir aquella frase del libro de Judit que la tradición cristiana aplica a la Virgen María y que se adecua tanto a la esencia de Montserrat: 

Tú eres el honor de nuestro pueblo. 

La veneramos porque es la última generación de la genealogía, la que hace el puente entre la expectativa a la esperanza, y lo hace estando allí, permaneciendo junto a Cristo, atravesando la aventura humana del Hijo de Dios encarnado, porque está presente en la vida de Jesús desde la Encarnación a la Ascensión. 

Ella es la estabilidad de nuestra misión monástica. Custodiar su imagen que representa la continuidad de sentido de este monasterio, fundado ya junto a una capillita dedicada a Santa María y que ha renacido porque nunca ha perdido el convencimiento de que Dios nos quería aquí para, a través de su intercesión, acoger y promover la fe, la misma que ella tuvo y testimonió, la fe en Dios, la fe en la inspiración del Espíritu Santo, la fe en su Hijo, capaz de salvar a toda la humanidad. Ella es la maestra y nosotros los instrumentos. 

Ella es el honor de nuestro pueblo. Del pueblo cristiano y del pueblo catalán que la tiene por patrona y que todavía hoy mira a esta montaña, a este santuario y a este monasterio para reencontrarse en tantos y tantos niveles de nuestra sociedad, creyendo o no. Y nos tomamos en serio seguir siendo una presencia cristiana en Cataluña, cumpliendo, sino en cantidad al menos sí en calidad y presencia, la frase atribuida al obispo Torras i Bages, escrita en nuestra fachada, “Catalunya será cristiana o no será”. 

Como les decía a los escolanes cuando me preguntasteis sobre este día, celebramos que hace mil años que el Abad Oliba nos fundó, pero celebramos sobre todo que estamos aquí, todavía hoy, en este milenio, en este miliario, piedra que en un camino que sigue marca los primeros mil pasos, y hace empezar a andar los mil siguientes. 

Nuestra comunidad, con la escolanía, antigua y nueva, con todos los que se asocian a Montserrat por tanto motivos, da gracias hoy por haber podido ser durante mil años testigos de fe cristiana, de devoción mariana, de vida monástica en este lugar, y ruega para que Dios nos haga dignos y nos sostenga muchos más años, y si tiene que ser hasta el 3025, como decían esta noche, que así sea. 

Última actualització: 15 septiembre 2024